lunes, 23 de marzo de 2009

la maquina que detiene el tiempo (mis escritos)


Quizás, la fantasía mas recurrente sea la de poseer una maquina que detenga el tiempo, desde hace mucho pienso en eso y de esa manera poder reparar, con esa maquina, algunos momentos de la historia que no podemos digerir, que además sea retroactiva, es decir, que pueda ir al pasado y congelar la realidad, como lo ofrecen los sistemas de televisión por cable con las imágenes, congelar, rebobinar y elegir otro final. Pero me temo que para congelar y reparar la realidad, tendríamos que haber elegido otro principio.
Si tuviera esa maquina, si fuera posible congelar la realidad y corregir lo que no nos gusta de la historia, elegiría un momento del 4 de mayo de 1976 cuando Haroldo Conti y su compañera fueron al cine a ver “el padrino II” y cuando regresaron a la casa estaban “ellos”, mirar la cara de los tipos cuando leyeron en su escritorio la siguiente leyenda ...” este es mi lugar y de aquí no me voy” claro que estaba escrito en latín y en ese momento….!!!zas!!! apretar el botón y congelar, rebobinar y elegir otro destino, otro curso distinto de la historia y leer hoy, por caso, el último cuento de Conti y analizarlo y criticarlo con mi novia escritora y hasta polemizar con él por el alineamiento con un gobierno pseudo-progresista, no sé, algo distinto, pero no, la realidad es así de inapelable.
Cuando yo nacía, allá por los sesenta, él recibía el premio que otorgaba la revista “Life” Española por su relato “la causa”. Después, cuando cursaba el secundario e ignoraba muchas cosas, leí con morboso detalle los padecimientos de sus torturas, tanto me impresionó que no puedo ponerlo en palabras, lo niego hasta el día de hoy, porque como se preguntara Niezstche alguna vez…¿que dosis de verdad puede soportar un hombre? .
Me lo imagino un tipo tierno, campechano pero a su vez culto y mundano, sensible hasta lo tolerable.
Cuando paso por Chacabuco por la ruta 7 camino a Lincoln, creo escuchar la habitual pregunta de su tío Agustín (el de las doce a Bragado)…¿Cómo estaba la ruta 7? Después hecho una mirada cómplice al pueblo y pienso como él pensaba, que debajo de ese pueblo hay otro, que las ciudades se van superponiendo a si mismas, pero abajo, está el Chacabuco de Conti.

Hoy, en vísperas de un aniversario del funesto golpe, recuerdo a Haroldo y vuelvo a leer alguno de sus cuentos, quizás, pretendiendo congelar el tiempo y la historia.