jueves, 30 de octubre de 2008

construccion de Chico Buarque o el fin del capitalismo. foto: Charles Ebbets

Pongo a consideración esta letra de Chico Buarque, antes de que cualquier perejil augure el fin del capitalismo, ahora parece fácil decirlo, otros lo hicieron hace mucho tiempo.

No sé cual será en definitiva el destino de este sistema económico, que fué, en su momento, signo de progreso. acompaño con una imagen de la depresión del año 30 (fuente: diario crítica).



Amó aquella vez como si fuese última, besó a su mujer como si fuese última, y a cada hijo suyo cual si fuese el único, y atravesó la calle con su paso tímido. Subió a la construcción como si fuese máquina, alzó en el balcón cuatro paredes sólidas, ladrillo con ladrillo en un diseño mágico, sus ojos embotados de cemento y lágrima. Sentóse a descansar como si fuese sábado, comió su pobre arroz como si fuese un príncipe, bebió y sollozó como si fuese un náufrago, danzó y se rió como si oyese música y tropezó en el cielo con su paso alcohólico. Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro, y terminó en el suelo como un bulto fláccido, y agonizó en el medio del paseo público. Murió a contramano entorpeciendo el tránsito. Amó aquella vez como si fuese el último, besó a su mujer como si fuese única, y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo, y atravesó la calle con su paso alcohólico. Subió a la construcción como si fuese sólida, alzó en el balcón cuatro paredes mágicas, ladrillo con ladrillo en un diseño lógico, sus ojos embotados de cemento y tránsito. Sentóse a descansar como si fuese un príncipe, comió su pobre arroz como si fuese el máximo, bebió y sollozó como si fuese máquina, danzó y se rió como si fuese el próximo y tropezó en el cielo cual si oyese música. Y flotó por el aire cual si fuese sábado, y terminó en el suelo como un bulto tímido, agonizó en el medio del paseo náufrago. Murió a contramano entorpeciendo el público. Amó aquella vez como si fuese máquina, besó a su mujer como si fuese lógico, alzó en el balcón cuatro paredes fláccidas, Sentóse a descansar como si fuese un pájaro, Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe, Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico. Murió a contramano entorpeciendo el sábado.

lunes, 20 de octubre de 2008

Rosa Passos / crónica coti-diana




Rosa, tiraba rosas a la platea, a las supuestas madres presentes, era el día de la madre. El Coliseo lleno, rebosante y de pronto y luego del buen concierto de argentos, se derramó el bossa-nova, derivación intelectual y refinada del samba brasileño, desde la primera canción hasta la última, esa mujer menuda, llamada Rosa Passos, brasileña, bahiana, acompañada por un cuarteto que despojaba los restos de nostalgia dominguera a puro swing, transitó el concierto bailoteando y sugiriendo…esto es fácil, entiendanlo así.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Mi gordo / Edgardo Pareta



“Mi” gordo.

Hubieron de pasar muchos abriles, mayos, julios, inviernos, veranos haciendo coraje para introducirme en los balnearios de la costa argentina. Y al menos dos años de psicoanálisis, para darme cuenta de que podemos y debemos prescindir de la mirada de los otros para tener nuestra propia idea de las cosas y que cada quién tiene la propia.
Por eso hoy quiero hablar de “mi” gordo, el gordo Fernández.
Tenemos en común varias cosas, pero una que es casi íntima: compartimos el conocimiento de una persona excepcional, de la cual no tengo una foto, el trompetista Rubén Barbieri. Para Fat´s, lo supe enseguida, fue un colega querido y admirado; para mi, más que un profesor, la persona que, en el oasís de su departamento de Julián Álvarez, me abrió la puerta de la música, que según Córtazar, acerca más a la gente que el esperanto y las aerolíneas, el jazz. Yo venía de Lincoln y tenía la intuición de otro mundo, que se vislumbraba apenas pasada la puerta de su casa.
Al “gordo” lo conocí en un negocio de música de Talcahuano y, por ese olfato que tienen los trompetistas gordos, me dijo:
- ¿Vos sos el alumno de Rubencito?…
Casi se me cae el bolso. Cuando salí de la casa de música caminaba literalmente “en el aire”.
Después en los boliches de Buenos Aires escuché sus baladas, tocadas con el corazón más que con la trompeta, dato éste que hubiera desubicado al mismísimo doctor Favaloro. Es discutido por muchos, incluso hay quienes lo odian…, ¿no será una exageración? Pero ahí está el “gordo”, pescando en el aire las sofisticadas escalas que en su inglés xeneize describe para impresionar a los músicos jóvenes.
Hace poco, por ese arbitrario derrotero de los músicos, compartimos el escenario. Hice el ejercicio que su ego obeso propone: ¿estoy entre los que lo quieren o entre quienes lo odian?
“Entre los primeros”, me dije respirando hondo para no pifiar la corchea que venia después de 36 compases de espera.

miércoles, 1 de octubre de 2008

mas fotos / saludo final

ttp://www.youtube.com/watch?v=TNFXZyViq7Q